miércoles, 10 de noviembre de 2010





· Una prensa sin puntos definidos.

· Publicidad contraproducente.

· Joseph Cáceres desata avispero.

· El eterno Anthony Ríos.

· Tropiezos lingüísticos en prensa.


De los ocho periódicos diarios que se publican en el país, solamente hay unos tres posesionados en la mente del público. Los demás son impresos noticiosos –si se quiere bien presentados- que giran cuales satélites en torno a las concepciones de los otros.

Expliquémonos con mayor claridad: Toda sociedad está segmentada en cuanto a cultura, gustos, preferencias e ideales, como fruto, consecuencia o corolario de la situación económica y demográfica de cada parte, y entre muchos enfoques, ese estado lo lleva a considerar que tal periódico resume su punto de vista de la sociedad. ¿Capire?

Tomando en cuenta lo cerrada de nuestra sociedad por su tamaño y limitado desarrollo (que necesariamente no tiene porqué ser así, tal como no ocurre con Taiwán), las opciones para el posesionamiento de un periódico son las siguientes: pro gubernamental; pro cuestionador gubernamental; sensacionalista, y provincial. En el país no hay lugar para una prensa básicamente deportiva, o fundamentalmente de farándula y el jet-set, empero sí creemos que existe un mercado para un medio abiertamente contestatario, investigativo, independiente políticamente, pero editado con alto tecnicismo y profesionalismo.

Dentro de las opciones desempeñadas actualmente existe el desafío de qué tan conscientes están los editores de esos órganos como para mantenerlos ceñidos a sus lineamientos y en no incurrir con frecuencia en deslices de los mismos, confundiendo a su propio público.


Publicidad contraproducente.

En estos días la televisión dominicana difunde una campaña publicitaria de un banco comercial, en la cual se presenta una escena del mundo del narcotráfico llena de violencia, con dispararos de pistola y otras acciones; y luego de la escalofriante presentación, entonces aparece la institución ofertándose como un buen negocio al que se debe acudir para transacciones financieras, etc., etc. Y cabe la pregunta, ¿después qué el público pasa por el sobrecogimiento del suceso escenificado, se sentirá estimulado para escoger ese banco como depositario de su confianza, o más bien lo eludirá ante la imagen detestable con la qué ha quedado unido? Todavía más, ¿cuándo después de todo un cliente establecido entra a la entidad, no estará pensando en balas y violencia por doquier? ¿Y tal mentalidad, es positiva?


El avispero desatado por Joseph Cáceres.

Este cronista farandulero, indudablemente que el más capaz y talentoso de su rama, acaba de levantar todo un avispero con la aseveración de que en gran medida el mundo de la farándula en el país, está movido por el lavado de dinero. Y en ese sentido dice que gracias a esos recursos se deben orquestas, programas televisivos, conciertos, festivales y las megadivas. Su denuncia era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero nadie se había atrevido a publicarla explícitamente. Dada la independencia financiera y administrativa de la farándula, ¿habrá un ambiente de éstos que no esté sostenido en mayor o menor nivel por el lavado de activos? ¿Alguien qué haya acumulado un capital a base de años de trabajo, se arriesgará a invertir sumas millonarias en negocios tan impredecibles como las actividades artísticas? Sí los hay, pero son excepciones


El eterno Anthony Ríos

Hay que darle mucho crédito a Anthony Ríos por permanecer cerca de cuarenta años en el gusto del público. Después que él comenzara en el Combo Show de Johnny Ventura en la década del `60, decenas de solistas hembras y varones, así como agrupaciones musicales han desaparecido del medio ambiente. Fausto Rey, por ejemplo, a pesar de conservar en un buen grado su portentosa voz, no ha podido mantenerse en la escala que su excompañero en aquel conjunto musical. Camboy Estévez es otro que aunque a destajos ha seguido comiendo con grasa de su arte. Aparte de estos dos últimos, todos los demás han pasado definitivamente al baúl de los recuerdos. Incluso artistas que comenzaran diez y hasta veinte años después que lo hiciera el hoy panzón y dientú, quedaron arrinconados.

Tropiezos lingüísticos en prensa

Para sorpresa de la persona pública que visita el país, la mayoría de quienes hacen vida en los medios sociales no tienen por costumbre disponer de tarjetas de representación personal; es algo que hoy en día raya en el bochorno.

Dominicana Moda

Fue el título de un festival de ese campo. Se entiende que en esa humareda social existe algo así como licencia para decir las cosas como mejor se les antoje a sus productores, y que es una pérdida de tiempo juzgar su lingüística con el rigor de las normas correspondientes. Pero nadie negará que el dichoso titulito resulta una paja en un ojo. Es todo un retruécano gramatical. El gentilicio utilizado como adjetivo antepuesto al sustantivo moda, lo pudieron colocar en su orden natural y se hubiera visto bello: Moda Dominicana, o definitivamente valerse de un anglicismo excusable: Dominican fashion.

La jueza

Lingüistas como Alex Grijelmo, Ramón Constanza, Rafael González Tirado, Diógenes Céspedes y muchísimos otros, sufren cada vez que leen en la prensa esa denominación, pero su uso se ha arraigado tanto, que no queda más remedio que aceptarlo y voltear la vista para otro lado. Ellos insisten en que la correcto es: La juez, porque además de ser la regla, no decimos el juezo.

Lo mismo sucede con álgido. El diccionario dice que es cosa fría, pero periodistas y escritores les dieron con utilizarlo para significar algo muy caliente, muy difícil o enmarañado.

Igual ocurre con desapercibido. No apercibido, no advertido, no preparado para equis accion, pero irremediablemente se ha extendido con el sentido de no percibido, no reconocido.

Poder Fáctico

En un reciente editorial de un matutino provincial, se utiliza el adjetivo fáctico cuatro veces, inclusive dos veces en un mismo párrafo. Y eso, además de atragantar al lector es una demostración de pobreza lexicográfica imperdonable a ese nivel, o cuando menos de un descuido inexcusable.

Veamos: (1) “Esa dinámica política se rige por el juego de los grupos o personas con más fuerza fáctica”. (2) “Quien gana más fuerza o poder fáctico saca mayor ventaja…”. (3) “…combinado con grupos del PRSC, le dejaron caer el dictamen del poder fáctico…”, y (4) “… un juego de intereses personales y grupales de los poderes fácticos patrimonialistas…”.
· Una prensa sin puntos definidos.

· Publicidad contraproducente.

· Joseph Cáceres desata avispero.

· El eterno Anthony Ríos.

· Tropiezos lingüísticos en prensa
.



De los ocho periódicos diarios que se publican en el país, solamente hay unos tres posesionados en la mente del público. Los demás son impresos noticiosos –si se quiere bien presentados- que giran cuales satélites en torno a las concepciones de los otros.


Expliquémonos con mayor claridad: Toda sociedad está segmentada en cuanto a cultura, gustos, preferencias e ideales, como fruto, consecuencia o corolario de la situación económica y demográfica de cada parte, y entre muchos enfoques, ese estado lo lleva a considerar que tal periódico resume su punto de vista de la sociedad. ¿Capire?


Tomando en cuenta lo cerrada de nuestra sociedad por su tamaño y limitado desarrollo (que necesariamente no tiene porqué ser así, tal como no ocurre con Taiwán), las opciones para el posesionamiento de un periódico son las siguientes: pro gubernamental; pro cuestionador gubernamental; sensacionalista, y provincial. En el país no hay lugar para una prensa básicamente deportiva, o fundamentalmente de farándula y el jet-set, empero sí creemos que existe un mercado para un medio abiertamente contestatario, investigativo, independiente políticamente, pero editado con alto tecnicismo y profesionalismo.


Dentro de las opciones desempeñadas actualmente existe el desafío de qué tan conscientes están los editores de esos órganos como para mantenerlos ceñidos a sus lineamientos y en no incurrir con frecuencia en deslices de los mismos, confundiendo a su propio público.



Publicidad contraproducente.


En estos días la televisión dominicana difunde una campaña publicitaria de un banco comercial, en la cual se presenta una escena del mundo del narcotráfico llena de violencia, con dispararos de pistola y otras acciones; y luego de la escalofriante presentación, entonces aparece la institución ofertándose como un buen negocio al que se debe acudir para transacciones financieras, etc., etc. Y cabe la pregunta, ¿después qué el público pasa por el sobrecogimiento del suceso escenificado, se sentirá estimulado para escoger ese banco como depositario de su confianza, o más bien lo eludirá ante la imagen detestable con la qué ha quedado unido? Todavía más, ¿cuándo después de todo un cliente establecido entra a la entidad, no estará pensando en balas y violencia por doquier? ¿Y tal mentalidad, es positiva?




El avispero desatado por Joseph Cáceres.


Este cronista farandulero, indudablemente que el más capaz y talentoso de su rama, acaba de levantar todo un avispero con la aseveración de que en gran medida el mundo de la farándula en el país, está movido por el lavado de dinero. Y en ese sentido dice que gracias a esos recursos se deben orquestas, programas televisivos, conciertos, festivales y las megadivas. Su denuncia era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero nadie se había atrevido a publicarla explícitamente. Dada la independencia financiera y administrativa de la farándula, ¿habrá un ambiente de éstos que no esté sostenido en mayor o menor nivel por el lavado de activos? ¿Alguien qué haya acumulado un capital a base de años de trabajo, se arriesgará a invertir sumas millonarias en negocios tan impredecibles como las actividades artísticas? Sí los hay, pero son excepciones

El eterno Anthony Ríos


Hay que darle mucho crédito a Anthony Ríos por permanecer cerca de cuarenta años en el gusto del público. Después que él comenzara en el Combo Show de Johnny Ventura en la década del `60, decenas de solistas hembras y varones, así como agrupaciones musicales han desaparecido del medio ambiente. Fausto Rey, por ejemplo, a pesar de conservar en un buen grado su portentosa voz, no ha podido mantenerse en la escala que su excompañero en aquel conjunto musical. Camboy Estévez es otro que aunque a destajos ha seguido comiendo con grasa de su arte. Aparte de estos dos últimos, todos los demás han pasado definitivamente al baúl de los recuerdos. Incluso artistas que comenzaran diez y hasta veinte años después que lo hiciera el hoy panzón y dientú, quedaron arrinconados.

Tropiezos lingüísticos en prensa


Para sorpresa de la persona pública que visita el país, la mayoría de quienes hacen vida en los medios sociales no tienen por costumbre disponer de tarjetas de representación personal; es algo que hoy en día raya en el bochorno.


Dominicana Moda


Fue el título de un festival de ese campo. Se entiende que en esa humareda social existe algo así como licencia para decir las cosas como mejor se les antoje a sus productores, y que es una pérdida de tiempo juzgar su lingüística con el rigor de las normas correspondientes. Pero nadie negará que el dichoso titulito resulta una paja en un ojo. Es todo un retruécano gramatical. El gentilicio utilizado como adjetivo antepuesto al sustantivo moda, lo pudieron colocar en su orden natural y se hubiera visto bello: Moda Dominicana, o definitivamente valerse de un anglicismo excusable: Dominican fashion.


La jueza


Lingüistas como Alex Grijelmo, Ramón Constanza, Rafael González Tirado, Diógenes Céspedes y muchísimos otros, sufren cada vez que leen en la prensa esa denominación, pero su uso se ha arraigado tanto, que no queda más remedio que aceptarlo y voltear la vista para otro lado. Ellos insisten en que la correcto es: La juez, porque además de ser la regla, no decimos el juezo.

Lo mismo sucede con álgido. El diccionario dice que es cosa fría, pero periodistas y escritores les dieron con utilizarlo para significar algo muy caliente, muy difícil o enmarañado.


Igual ocurre con desapercibido. No apercibido, no advertido, no preparado para equis accion, pero irremediablemente se ha extendido con el sentido de no percibido, no reconocido.


Poder Fáctico


En un reciente editorial de un matutino provincial, se utiliza el adjetivo fáctico cuatro veces, inclusive dos veces en un mismo párrafo. Y eso, además de atragantar al lector es una demostración de pobreza lexicográfica imperdonable a ese nivel, o cuando menos de un descuido inexcusable.


Veamos: (1) “Esa dinámica política se rige por el juego de los grupos o personas con más fuerza fáctica”. (2) “Quien gana más fuerza o poder fáctico saca mayor ventaja…”. (3) “…combinado con grupos del PRSC, le dejaron caer el dictamen del poder fáctico…”, y (4) “… un juego de intereses personales y grupales de los poderes fácticos patrimonialistas…”.

· Una prensa sin puntos definidos.

·
Publicidad contraproducente.

· Joseph Cáceres desata avispero.

·
El eterno Anthony Ríos.

· Tropiezos lingüísticos en prensa
.



De los ocho periódicos diarios que se publican en el país, solamente hay unos tres posesionados en la mente del público. Los demás son impresos noticiosos –si se quiere bien presentados- que giran cuales satélites en torno a las concepciones de los otros.


Expliquémonos con mayor claridad: Toda sociedad está segmentada en cuanto a cultura, gustos, preferencias e ideales, como fruto, consecuencia o corolario de la situación económica y demográfica de cada parte, y entre muchos enfoques, ese estado lo lleva a considerar que tal periódico resume su punto de vista de la sociedad. ¿Capire?


Tomando en cuenta lo cerrada de nuestra sociedad por su tamaño y limitado desarrollo (que necesariamente no tiene porqué ser así, tal como no ocurre con Taiwán), las opciones para el posesionamiento de un periódico son las siguientes: pro gubernamental; pro cuestionador gubernamental; sensacionalista, y provincial. En el país no hay lugar para una prensa básicamente deportiva, o fundamentalmente de farándula y el jet-set, empero sí creemos que existe un mercado para un medio abiertamente contestatario, investigativo, independiente políticamente, pero editado con alto tecnicismo y profesionalismo.


Dentro de las opciones desempeñadas actualmente existe el desafío de qué tan conscientes están los editores de esos órganos como para mantenerlos ceñidos a sus lineamientos y en no incurrir con frecuencia en deslices de los mismos, confundiendo a su propio público.



Publicidad fallida por contraproducente.


En estos días la televisión dominicana difunde una campaña publicitaria de un banco comercial, en la cual se presenta una escena del mundo del narcotráfico llena de violencia, con dispararos de pistola y otras acciones; y luego de la escalofriante presentación, entonces aparece la institución ofertándose como un buen negocio al que se debe acudir para transacciones financieras, etc., etc. Y cabe la pregunta, ¿después qué el público pasa por el sobrecogimiento del suceso escenificado, se sentirá estimulado para escoger ese banco como depositario de su confianza, o más bien lo eludirá ante la imagen detestable con la qué ha quedado unido? Todavía más, ¿cuándo después de todo un cliente establecido entra a la entidad, no estará pensando en balas y violencia por doquier? ¿Y tal mentalidad, es positiva?





El avispero desatado por Joseph Cáceres.


Este cronista farandulero, indudablemente que el más capaz y talentoso de su rama, acaba de levantar todo un avispero con la aseveración de que en gran medida el mundo de la farándula en el país, está movido por el lavado de dinero. Y en ese sentido dice que gracias a esos recursos se deben orquestas, programas televisivos, conciertos, festivales y las megadivas. Su denuncia era un secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero nadie se había atrevido a publicarla explícitamente. Dada la independencia financiera y administrativa de la farándula, ¿habrá un ambiente de éstos que no esté sostenido en mayor o menor nivel por el lavado de activos? ¿Alguien qué haya acumulado un capital a base de años de trabajo, se arriesgará a invertir sumas millonarias en negocios tan impredecibles como las actividades artísticas? Sí los hay, pero son excepciones


El eterno Anthony Ríos


Hay que darle mucho crédito a Anthony Ríos por permanecer cerca de cuarenta años en el gusto del público. Después que él comenzara en el Combo Show de Johnny Ventura en la década del `60, decenas de solistas hembras y varones, así como agrupaciones musicales han desaparecido del medio ambiente. Fausto Rey, por ejemplo, a pesar de conservar en un buen grado su portentosa voz, no ha podido mantenerse en la escala que su excompañero en aquel conjunto musical. Camboy Estévez es otro que aunque a destajos ha seguido comiendo con grasa de su arte. Aparte de estos dos últimos, todos los demás han pasado definitivamente al baúl de los recuerdos. Incluso artistas que comenzaran diez y hasta veinte años después que lo hiciera el hoy panzón y dientú, quedaron arrinconados.


Tropiezos lingüísticos en prensa


Para sorpresa de la persona pública que visita el país, la mayoría de quienes hacen vida en los medios sociales no tienen por costumbre disponer de tarjetas de representación personal; es algo que hoy en día raya en el bochorno.


Dominicana Moda


Fue el título de un festival de ese campo. Se entiende que en esa humareda social existe algo así como licencia para decir las cosas como mejor se les antoje a sus productores, y que es una pérdida de tiempo juzgar su lingüística con el rigor de las normas correspondientes. Pero nadie negará que el dichoso titulito resulta una paja en un ojo. Es todo un retruécano gramatical. El gentilicio utilizado como adjetivo antepuesto al sustantivo moda, lo pudieron colocar en su orden natural y se hubiera visto bello: Moda Dominicana, o definitivamente valerse de un anglicismo excusable: Dominican fashion.


La jueza


Lingüistas como Alex Grijelmo, Ramón Constanza, Rafael González Tirado, Diógenes Céspedes y muchísimos otros, sufren cada vez que leen en la prensa esa denominación, pero su uso se ha arraigado tanto, que no queda más remedio que aceptarlo y voltear la vista para otro lado. Ellos insisten en que la correcto es: La juez, porque además de ser la regla, no decimos el juezo.


Lo mismo sucede con álgido. El diccionario dice que es cosa fría, pero periodistas y escritores les dieron con utilizarlo para significar algo muy caliente, muy difícil o enmarañado.


Igual ocurre con desapercibido. No apercibido, no advertido, no preparado para equis accion, pero irremediablemente se ha extendido con el sentido de no percibido, no reconocido.


Poder Fáctico


En un reciente editorial de un matutino provincial, se utiliza el adjetivo fáctico cuatro veces, inclusive dos veces en un mismo párrafo. Y eso, además de atragantar al lector es una demostración de pobreza lexicográfica imperdonable a ese nivel, o cuando menos de un descuido inexcusable.


Veamos: (1) “Esa dinámica política se rige por el juego de los grupos o personas con más fuerza fáctica”. (2) “Quien gana más fuerza o poder fáctico saca mayor ventaja…”. (3) “…combinado con grupos del PRSC, le dejaron caer el dictamen del poder fáctico…”, y (4) “… un juego de intereses personales y grupales de los poderes fácticos patrimonialistas…”.