martes, 9 de junio de 2015


 

Manejo frecuentemente fallido de los motes artísticos

 Quizás llega al 99 por ciento los cronistas de arte o farándula que manejan de manera fallida –gramaticalmente- los motes, apodos o sobrenombres que se autodán o con que son bautizados los artistas por sus manejadores o manager. (Igual para el pl.).
La confusión reside en que quienes se dedican a escribir sobre ese mundo confunden el mote con que se da a conocer uno de estos valores, con un sustantivo y adjetivo que haya adoptado el mismo como su nombre de presentación, o sea el llamado artístico.

Por lo tanto hay que distinguir entre una divisa al respecto, o sea de todo un eslogan, de un nombre artístico.
A quien fuera una luminaria del canto, Libertad Lamarque, se le distinguía y conocía con el apelativo de La novia de América; al famoso guarachero boricua Daniel Santos, como El inquieto anacobero; a Frank Sinatra, como La voz; a Elvis Presley, como El rey del rock; a Michael Jackson, como El rey del pop; a Benny Moré, como El bárbaro del ritmo; a Fernandito Villalona, como El mayimbe, a  Yovanny Polanco, como El bambólogo, a Isabel Pantoja, como La tornadillera, y así por el estilo.

Pero esos son simples apelativos, lemas, no nombres artísticos propiamente dicho.
Muy distinto es cuando una figura de estas adoptan un sobrenombre, mote, oración o frase  como su nombre artístico, cuales son los casos del llamado cantante urbano Antonio Peter de la Rosa, quien es conocido como Omega el Fuerte; de la versátil Diomary Castillo, quien se autollama Diomary la Mala; Don Omar, Prince Royce, El Varon de la Bachata,  Daddy Yankee, El Prodigio, etc.

¿Quienes saben qué hay un artista muy cotizado en esta época de nombre Armando Christian Uría Ruiz Pérez? ¿Nadie? Pues ese es el famoso cantante de reggaetón y hip hop, Pitbull. ¿Y quienes reconocen quienes eran (o son) en el mundo de la pantalla Norma Jean Baker Marenson, Demetrya Gene Guymas o Stefani Joanne Angelina Garmanotta? Respectivamente Marilyn Monroe, Demi Moore y Lady Gaga.
 En esos casos gramaticalmente  no se trata de motes, apodos, apelativos, etc., sino de nombres artísticos, aunque tengan connotaciones impactantes y a veces hasta excéntricos. Por lo tanto los términos en conjuntos de tales denominaciones adquieren categoría de nombre y por lo tanto deben de escribirse de corrida, sin coma, cuando implican un sustantivo y un adjetivo.

Para hacerle la observación más digerible al lector, tómese en cuenta que la mayoría del público desconoce los nombres legales de personajes como esos que se han rebautizados con tales designaciones, y sin embargo sí los distingue por estas últimas. (¿Capire?). 

miércoles, 7 de enero de 2015


Juzgan absurda donación juguetes de Anthony Santos en NY.

Para muchas personas resulta un absurdo que el famoso bachatero Anthony Santos vaya a Nueva York a regalarles juguetes a 200 “niños pobres”, cuando en su país, y en particular en poblados ubicados en la zona donde reside, en la Línea Noroeste, hay cientos de miles de niños cuyos padres tienen serios problemas para proveerles la comida de cada día, así como en poder  disponer de recursos para obsequiarles objetos industriales de diversión.
Situación esa que se vive en todas las áreas pobladas de la nación.

El anuncio de la situación comentada fue hecho por los representantes del artista en la Gran Urbe, quienes especificación que la donación tendrá lugar el 14 de febrero próximo en el United Palace, donde en la ocasión se presentará el “mayimbe de la bachata”,  como se le denomina a Santos.
Críticos del anuncio de la repartición observan dos aspectos: primero, que para complacer a los “niños pobres” del Alto Manhattan y de otras áreas neoyorquinas, Anthony Santos tendría que adquirir juguetes por encima de los $200 dólares cada (unos $9 mil pesos dominicanos), particularmente tecnológicos, ya que en su generalidad aquellos “niños pobres” en mayor o menor medida están acostumbrados a tales tipos de aparatos, y que en segundo lugar, los infantes que viven en la República Dominicana están mucho más identificados con el artista que los de afuera porque en los años que llevan de vida han tenido un porcentaje de escuchar y ver a su compatriota miles de veces más que los otros.  

La conclusión de los comentaristas sobre el caso es que constituye una falla mayúscula de juicio de quienes le aconsejaron a Anthony Santos tal acción, habida cuenta además, de que si con ello lo que se busca es proyección y buenas relaciones publicas para el “bachatú”, nada mejor que hacerlo en su país que ha sido el mercado de donde mayor fortuna ha sacado.