Cuestionan la gira merengueros
por hoteles turísticos del país
Por Humberto Olivieras
Con la finalidad de darle
vigencia al decaído merengue y de fomentarlo como marca-país, o sea como un
emblema de atracción turística entre otros fines, cual es el tango para
Argentina, el flamenco para España o la salsa para Puerto Rico, el Ministerio
de Turismo ha emprendido un plan con bandas del género musical del pasado, para
que se presenten en los hoteles de la llamada industria sin chimenea del país.
Luce evidente que la idea es
muy acertada y hasta genial, pues de esa manera proyectamos uno de los valores
culturales más distintivo nuestro: el merengue, exactamente en la fuente que más nos puede
servir de provecho: el mundo exterior desde aquí. Con esta propuesta lograríamos
reconocimiento internacional, y como
corolario promoción para el desarrollo continuo del turismo en nuestro
territorio.

O sea que definitivamente la concepción del plan es estupendo, incuestionable, sin embargo para su ejecución se ha determinado utilizar un material que no puede cumplir a cabalidad con el mismo: los merengueros. Los escogidos son artistas que tuvieron su vigencia hace 20 y 40 años atrás, y que aunque siguen actuando en algunos escenarios, su capacidad de convocatoria fundamentalmente es para gente de la tercera edad. De manera que aunque son figuras a quienes el público les guarda respeto y admiración, no representan el espíritu de la presente época. No son exponentes del vibrar de la generación dominicana que baila, que llena discotecas y centros como la Arena del Cibao o el Olímpico Félix Sánchez, etc.
Johnny Ventura, Wilfrido Vargas,
Fernando Villalona, Rubby Pérez, Sergio Vargas, Kinito Méndez y Pochi y la Coco
Band, quienes participaran en la gira en cuestión con el flamante título de
Megamerengue Worl Tour, son artistas que merecen, más que nuestra admiración, casi
nuestra veneración. Ellos, conjuntamente con otros músicos y cantantes como Félix
del Rosario, Bonny Cepeda, los Hermanos Rosario, Aramis Camilo, fueron quienes
elevaron a una gran esfera nacional e internacional nuestro más excelso folklor.
Pero ellos ya no solamente fueron relevados por una nueva generación en el género,
¡sino qué en éste se han producido variantes musicales como los llamados ´Merengue
urbano´, ´Merengue de calle´, etc.; y en estos brillan figuras como Krispy,
Banda Real, Urbanda, Wilman Peña, el mismo Omega y otros más.
En la nueva generación podría mencionarse
–a título de ejemplo- a Héctor Acosta, a pesar de que su trayectoria viene de lejos;
mientras que a un Juan Luis Guerra lo dejamos aparte porque este se encuentra
fuera del tiempo y el espacio.
Otro punto que hay que tomar
muy cuenta a la hora de hablar de proyección de nuestro ritmo tropical como
marca-país es el merengue típico (el Perico Ripiao), que en las últimas décadas
ha vuelto a tomar una vigencia destacada, con músicos como los Geovanny Polanco,
El Prodigio (Krency García), María Díaz y otros más.
(¿Qué les parece ver a Johnny
Ventura interpretando “El cigarro es fuerte pero hay fumarlo”, o a Wilfrido
Vargas con eso de “El barbarazo”? Por favor, respetémonos un poco más).

Véase si es cierto lo afirmado que Wilfrido Vargas desde hace unos quince años está retirado en Colombia manejando negocios ajenos a su arte; y Johnny Ventura estaba exilado en el estado de New Jersey, EE.UU. dedicado a la venta de servicios caseros, hasta que hace un tiempo acordó un contrato político con el entonces presidente Leonel Fernández, por medio del cual –entre otras cosas- pasó a actuar en las campañas electorales del PLD, y de esa manera volvió a tomar un nivel de vigencia. (Recuérdese que el hombre pertenecía al PRD, con el cual fue diputado y también alcalde de Santo Domingo).
Por todo lo dicho lo aconsejable es que si se va a exponer al mundo de manera oficial nuestra música nacional se haga con los valores actuales más vigorosos y brillantes, y no con figuras añejas. Incluso podrían combinarse ambos elementos, explicando en cada ocasión al público las diferencias de sus modalidades para un conocimiento cultural amplio del gran valor social nuestro.

O sea que definitivamente la concepción del plan es estupendo, incuestionable, sin embargo para su ejecución se ha determinado utilizar un material que no puede cumplir a cabalidad con el mismo: los merengueros. Los escogidos son artistas que tuvieron su vigencia hace 20 y 40 años atrás, y que aunque siguen actuando en algunos escenarios, su capacidad de convocatoria fundamentalmente es para gente de la tercera edad. De manera que aunque son figuras a quienes el público les guarda respeto y admiración, no representan el espíritu de la presente época. No son exponentes del vibrar de la generación dominicana que baila, que llena discotecas y centros como la Arena del Cibao o el Olímpico Félix Sánchez, etc.


Por todo ello es que constituye
un craso error pretender en la actualidad promocionar nuestra música vernácula con
músicos que ya hace tiempo que pasaron de moda; aunque sería de ignorancia o de
mala intención no reconocer que mantienen cierta atracción, como el resplandor en
las galaxias de estrellas que murieron ya hace cientos de miles de años.

Véase si es cierto lo afirmado que Wilfrido Vargas desde hace unos quince años está retirado en Colombia manejando negocios ajenos a su arte; y Johnny Ventura estaba exilado en el estado de New Jersey, EE.UU. dedicado a la venta de servicios caseros, hasta que hace un tiempo acordó un contrato político con el entonces presidente Leonel Fernández, por medio del cual –entre otras cosas- pasó a actuar en las campañas electorales del PLD, y de esa manera volvió a tomar un nivel de vigencia. (Recuérdese que el hombre pertenecía al PRD, con el cual fue diputado y también alcalde de Santo Domingo).
Por todo lo dicho lo aconsejable es que si se va a exponer al mundo de manera oficial nuestra música nacional se haga con los valores actuales más vigorosos y brillantes, y no con figuras añejas. Incluso podrían combinarse ambos elementos, explicando en cada ocasión al público las diferencias de sus modalidades para un conocimiento cultural amplio del gran valor social nuestro.
Pero, ojo, sin dejar de incluir
el Merengue típico.