Excesos y contradicciones
Prestigio vs. popularidad
De un cantante de merengues y bachatas, alguien acaba de publicar que es muy popular, además de prestigioso. Creemos que a este cronista se le fue con largueza la lengua con el adjetivo prestigioso. La generalidad de los artistas que llegan a alcanzar el fervor del público, su acogida entusiasta, son populares, pero no prestigiosos. Este calificativo siempre se ha reservado para valorar a alguien, de cualquier campo del quehacer humano, que goza de un alto reconocimiento del publico en general, o de un segmento de la población, por una labor acendrada y trascendental que haya realizado, no a figuras que por el tipo de trabajo que ejecutan desaparecen de la atención pública en equis tiempo sin dejar huellas perdurables.
Ricardo Arjona, Alejandro Sanz, Héctor Acosta, Toño Rosario, Luis Fonsi, Cristian Castro, Anthony Santos, Alejandro Fernández y otros tantos, son personajes que gozan de mucha popularidad actualmente, pero carecen de un historial trascendente como para ser calificados de prestigiosos. Sino véase el lugar que al presente ocupan en la mente de nuestra región Marcos Antonio Muñiz, Lucho Gatica, José-José, Olga Lara, Vickiana, Wilfrido Vargas, Lucecita Benítez, Verónica Castro, Felipe Pirela y otras tantas figuras más de su nivel: recuerdos gratos.. y van en coche.
Un artista del canto y de la música popular que logra mantenerse por un dilatado tiempo en el gusto efervescente del público, puede ganase el título de famoso(a), pero jamás de prestigioso(a). Incluso cabe la pregunta: ¿Puede una figura de la farándula aspirar a un pedestal más elevado que el de la fama? No lo creemos, a menos que sea un megalómano(a) incurable. Otra valoración con la que puede soñar una persona del género es que la califiquen de diva, divo, que ya es bastante. El reto es para los cronistas distinguir a quienes valorar de popular, de famosos(a) o de divos(a).
Prestigio vs. popularidad
De un cantante de merengues y bachatas, alguien acaba de publicar que es muy popular, además de prestigioso. Creemos que a este cronista se le fue con largueza la lengua con el adjetivo prestigioso. La generalidad de los artistas que llegan a alcanzar el fervor del público, su acogida entusiasta, son populares, pero no prestigiosos. Este calificativo siempre se ha reservado para valorar a alguien, de cualquier campo del quehacer humano, que goza de un alto reconocimiento del publico en general, o de un segmento de la población, por una labor acendrada y trascendental que haya realizado, no a figuras que por el tipo de trabajo que ejecutan desaparecen de la atención pública en equis tiempo sin dejar huellas perdurables.
Ricardo Arjona, Alejandro Sanz, Héctor Acosta, Toño Rosario, Luis Fonsi, Cristian Castro, Anthony Santos, Alejandro Fernández y otros tantos, son personajes que gozan de mucha popularidad actualmente, pero carecen de un historial trascendente como para ser calificados de prestigiosos. Sino véase el lugar que al presente ocupan en la mente de nuestra región Marcos Antonio Muñiz, Lucho Gatica, José-José, Olga Lara, Vickiana, Wilfrido Vargas, Lucecita Benítez, Verónica Castro, Felipe Pirela y otras tantas figuras más de su nivel: recuerdos gratos.. y van en coche.
Un artista del canto y de la música popular que logra mantenerse por un dilatado tiempo en el gusto efervescente del público, puede ganase el título de famoso(a), pero jamás de prestigioso(a). Incluso cabe la pregunta: ¿Puede una figura de la farándula aspirar a un pedestal más elevado que el de la fama? No lo creemos, a menos que sea un megalómano(a) incurable. Otra valoración con la que puede soñar una persona del género es que la califiquen de diva, divo, que ya es bastante. El reto es para los cronistas distinguir a quienes valorar de popular, de famosos(a) o de divos(a).
En un vistazo rápido podrían colocarse en la cumbre de la fama a los siguientes talentos vigentes: Luís Miguel, Juan Gabriel, Gloria Estéfan, Marcos Anthony Solís, Shakira, Juan Luís Guerra, Julio Iglesias, Raphael, Vicente y Alejandro Fernández, Cristian Castro, el grupo Aventura, y en particular su líder Anthony Santos; Chayanne, Marc Anthony, Gilberto Santa Rosa, Juanes, Diego el Cigala, José Bosé y un par más. (Por cierto, que de éste último se espera en cualquier momento una explosiva declaración). Hay otras figuras que alcanzan el grado de fama, pero en demografías limitadas, cuales son Millie Quezada, Anthony Santos (dominican full); Fernandino Villalona, Johnny Ventura, Jerry Rivera, Héctor Acosta, Víctor Manuelle, Sergio Vargas y un par más.
De ahí pa`bajo, todos los demás pertenecen al ámbito de la popularidad, algunos con mayor y otros con menor intensidad: Paulina Rubio, David Bisbal, Frank Reyes, Elvis Martínez, Olga Tañon, Carlos Vives, Alejandra Guzmán, Luís Fonsi, Don Omar, Tito el bambino, Braulio, Pablo Montero, El Jefrey, Ana Bárbara, Ana Gabriel, Thalía, Alejandra Guzmán, Gloria Trevi, Eddy Herrera, Daddy Yankee, Peña Suazo (La Banda Gorda), Enrique Iglesias y esta vez, ¡muchos más!
Evangélico y protestante
El congreso para los comunicadores cristianos “… está dirigido básicamente a las iglesias evangélicas y protestantes en la República Dominicana”. Tal escribió la reportera. La colega pasa por alto que evangélico y protestante es lo mismo, y por lo tanto cayó en pleonasmo. Un término no le agrega o robustece en nada al otro. Evangélicas son las iglesias que se rigen estrictamente por los dictados bíblicos, contra creencias basadas en criterios y libros marginales, y particularmente en tradiciones. Así que cuando Lutero esgrime esa posición durante aquellos tiempos en que los colonizadores depravaban estas tierras, implicó una protesta contra orientaciones de la Iglesia Católica y la autoridad papal. ¿Capire?
Anoten tres
Emprendurismo es hoy en día un sustantivo muy en boga en el academicismo económico y empresarial de la Republica Dominicana. Indexación es otro que está muy caliente, y que como tal nos lanzó precipitadamente al diccionario. Y un nombre que ha comenzado a bajar con mucha fuerza y que por no estar en diccionario alguno nos ha llevado a leer mucho sobre la materia para entenderlo, es el de turismo sostenible. Para comprender de qué se trataba tuvimos que tragarnos un artículo completo del admirable periodista y escritor José Rafael Sosa, en El Nacional del 6 de los corrientes. De entre sus once párrafos hay uno que reza: “En orden de importancia, hoy día el turismo más incidente en el mundo, explican esos documentos, están el turismo sostenido, el turismo general y muy a la cola, el de sol y playa”.
Y como en dos glosas más se menciona el medio ambiente, concluimos que se trata del que hasta hace poco se le llamaba turismo ecológico o turismo de montaña. Así que cuando vea la designación turismo sostenible, no se trata de las áreas vacacionales que han permanecido por más de un siglo siendo fuentes de empleo y desarrollo de muchas naciones del mundo, sino de otras, como las montanas de esquiar de Vail, en Colorado, la vista de los glaciares en la Argentina, o de la confluencia de los ríos Jimenoa y Yaque en Jarabacoa. (Orgullo nuestro, a pesar de la sucieza y el desórden que imperan allí). (Ah, el término sucieza es un aporte dominicanista a la lengua materna, ya que lo correcto en ésta es suciedad. (Apúntamelo, Ramón Constanza).
Fríos diferentes
Con la rapidez del periodismo cualquiera puede confundirse con los términos glacial y glaciar. El primero se refiere a la sensación de frío, agua, viento, ambiente, etc. El segundo infiere una masa de hielo específicamente.
¡De qué los hay, los hay!
Una reseña que encontráramos en la edición del 27 de abril de este año en El Nacional, merece reproducirse para recordarles a quienes se merecen los señalamientos que aparecen en la misma, que aunque se paseen muy orondos con trajes y corbatas caros, con poses de vacas sagradas, no confunden a nadie. Todos sabemos a quien sirve cada quien.
“El director del periódico español Cambio 16, doctor Manuel Domínguez Moreno, consideró que la corrupción en los medios de comunicación es tan perversa o más grave para la sociedad que la de políticos y gobernantes”.
“Afirmo que en los medios existen y proliferan comunicadores, periodistas, editores y hasta directores, que actúan bajo el manto de la corrupción”.
Entre preposiciones te veréis
Tuve que engullirme la reseña completa de un acto social para enterarme de qué se trataba, debido a una preposición empleada por la colega de un vespertino.
Resulta que la señora Sonia Villanueva de Brower ofreció una esplendida recepción en su mansión de Santo Domingo para celebrar que fuera designada cónsul honoraria en relación con el Principado de Mónaco. Pues bien, en la entrada de la nota la reportera comienza floreando a las personalidades invitadas para la ocasión “… con la finalidad de celebrar junto a ellos su designación como Cónsul Honorario en el Principado de Mónaco”.
Cuando leo “en…” me picó la curiosidad por el hecho singular que el país contara con una representación de ese nivel (véase que no dije diplomática, porque a un cónsul no le corresponde el título) en ese Estado europeo, que a pesar de su glamur, carece de significación política y económica. Pero al seguir desglosando el trabajo me encontré con el discursillo de la señora Villanueva: “… mi nombramiento como cónsul honoraria del Principado de Mónaco en la República Dominicana…”, pude entonces percatarme de la real situación. La periodista, además de confundir las preposiciones en y de –la primera implica situación y lugar, mientras la segunda se refiere a posición y correspondencia, dio un giro equivocado al motivo del evento.
Nótese también que mientras la anfitriona del acto habla de cónsul honoraria, como corresponde, la escribiente dice cónsul honorario.
Buscan pelotero para agredirlo
En la sección deportiva de un diario leímos que el equipo Gigantes de San Francisco “le está dando seguimiento agresivo a José Guillen para una posible contratación”. Antes de terminar la frase yo pensé que se trataba de un acto de violencia, pero no era así. Es toda una licencia que se da el reportero al emplear un vocablo que nada tiene que ver con observación de cerca, un vivo interés, estudio o examen de sus destrezas, etc.
A veces hay que estirar el significado de las palabras para producir impacto y singularidad. Pero se debe reflexionar previamente para qué tipo de circunstancia se pueden medio violar los usos correctos de los valores lingüísticos. En ese sentido consideramos aceptable que se hable de publicidad agresiva cuando un comerciante menciona peyorativamente la marca de su competencia en sus anuncios. Es una táctica arriesgada porque podría convertirse en un bumerang; pero en fin, en el mundo se ha avanzado compitiendo.
Cuando saltan el marketing
Con no poca frecuencia es desdeñada con éxito la filosofía del marketing, tanto en el campo comercial como en otros. Tal cosa ocurre con la famosa marca del vino Casillero del diablo, pues este nombre impacta porque espantan las sugerencias que provoca: Infierno, candela, pecado, castigo celestial y un cúmulo más de desgracias. Imágenes pavorosas que jamás debe evocar la etiqueta de un producto digerible, a menos que sea veneno para ratas. Mas he aquí que el vino Casillero del diablo gusta mucho y como tal goza de bastante demanda. ¿Infalible? Ya véis, solamente Dios.
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