miércoles, 25 de enero de 2012


  • De presentadores, animadores y payasos
  • Malentendidos sobre el marketing
Entre las personas que hacen de la conducción de un acto público una profesión hay diferentes especialistas de conformidad con la idoneidad y el estilo con que actúen. Así hay quienes son certificados como presentadores, que son los que exaltan con destreza y comedimiento las motivaciones de una actividad, y a la vez introducen a las figuras y otros elementos que participen en un evento dado. El presentador es propio para actos profesionales, culturales, y también variedades artísticas. En su formato de actuación son calificados como maestr@os de ceremonias.
Todas esas condiciones las han constituidos en sus personas Osvaldo Cepeda y Cepeda, Yaqui Núñez del Risco, Roberto Ángel Salcedo y Zunilda Fondeur (Nueva York), entre otras meritorias figuras dominicanas.
 En cambio el animador es quien con desbordado entusiasmo, apasionamiento, y hasta con ditirambos presenta un espectáculo y sus valores. Espectáculo que tanto podría ser artístico, deportivo y de otras naturalezas de diversión. Frecuentemente tales especialistas se desenvuelven en conciertos populares de música, así como muy especial en shows por televisión.
 A la vez el animador, si posee suficiente talento, ya para el canto o el humor, entonces hasta podría ser calificado de showman. O sea la persona que trasciende la condición de conductor (lo cual implica todas las categorías mencionadas) para ser una atracción en sí misma.

 Un ejemplo de esto último fue lo que constituyeron (o constituyen) un Freddy Beras Goico, Adal Ramones, Johnny Carson, Oprah Winfrey, David Letterman y otros.

 Lógico, en todas estas esferas hay unos más brillantes que otros. También hay que hacer ciertos desgloses, pues no es lo mismo que un animador tenga humor, a que sea propiamente un humorista.
 Jochi Santos es un extraordinario animador, pero no es un humorista. Contrario a Freddy Beras Goico, que lo era; incluso hasta cantaba.
 Julio César Matías, Luisito Martí, Felipe Polanco (Boruga), Cuquín Víctoria, Raymond Pozo, Miguel Céspedes (fueron unos, son otros) maravillosos humoristas, pero no presentadores ni animadores, aunque en algún momento de sus vidas ejercieran como tales. Incluso Luisito Martí no solamente cantó por muchos años con el combo de Johnny Ventura, sino que además tuvo su propio conjunto musical.

 En RD propiamente buenos presentadores son Jatnna Tavares, Tania Báez, Roberto Ángel Salcedo, Nikauly de la Mota y otras más.

 Ahora, hay que cuidarse mucho de meter en un mismo saco a un animador simpático, dinámico, brillante, juntamente con un payaso, que es lo mismo que decir con un ridículo. Porque para un locutor devenir en un magnifico animador, necesita fundamentalmente capacidad, que es lo mismo que decir cultura, buena dicción y gran léxico, además de mucha chispa, sentido común y mucho talento. Y ninguna de estas cualidades pueden ser sustituidas por irrespeto, indelicadezas, vocinglerías, gesticulaciones desorbitadas y malabarismos. Por lo que cuando se incurre en esto, entonces se pasa al mundo de la payasería, de la chabacanería, de la artesanía y de la ridiculez.
 Y mucha atención con considerar que estamos desairando a los payasos, pues precisamente en gran parte su arte consiste en eso, en ser ridículos para que con sus extravagancias provocar hilaridad en el auditorio.

 Esa actitud alocada, disparatada y sin miramiento alguno con que actúan muchos supuestos animadores (¡hasta han sido premiados bajo esa calificación!), no tiene que ver nada con entusiasmo y pasión. Incluso llegamos más lejos al afirmar que el animador con las autenticas herramientas de tal, no precisa de posturas desaforradas para despertar la atención, abrillantar un evento y ganar crédito.
Estas observaciones no están motivadas por prurito alguno de didactismo, aunque podrían ser tomadas como tales, sino que son conclusiones extraídas de la vivencia diaria de la televisión dominicana y de otras partes. Piénselo y encontrará ejemplos, aunque no se vistan de bufones, ¡salvo ocasionalmente!
 Finalmente para quienes trabajan en ese último medio conduciendo programas o segmentos musicales, queremos decirles que además de los atolondrados de Guachupita, en la capital, de Cienfuegos, en Santiago, también hay televidentes perspicaces en esas masas. Que la finca no solamente está sembrada de guasábara y verdolaga, sino también de otras plantas aromáticas. Don´t foget that, clowns.

 Malentendidos sobre el marketing

 El marketing ha sido difamado y mal comprendido durante casi toda su historia. Algunas personas lo consideran manipulador, antieconómico, indiscreto y poco profesional. Reunamos al zar a un grupo de abogados, médicos, consultores y contables, preguntémosles que es el marketing y lo más probable es que nos digan publicidad o venta. Este punto de vista sigue dificultando la aplicación del marketing fuera del mundo empresarial convencional. Si bien es cada vez más fácil encontrar un hospital, una institución educativa o una organización filantrópica que ha adoptado el marketing, todavía es difícil dar con una organización que lo aplique adecuadamente. El marketing es solo una herramienta, no es una panacea que resolverá todos los problemas de las organizaciones. Como herramienta se puede utilizar bien o mal. Aunque cuando a veces se use como un instrumento para aplicar técnicas de venta agresivas o manipuladores, también es posible que un programa de marketing inteligente haga un uso mínimo de la publicidad, y dependa en cambio del cuidadoso diseño de los servicios profesionales, el precio y la distribución para conseguir resultados beneficiosos. Como señaló el prestigioso teórico de la gestión Peter Drucker: “el objetivo del marketing es hacer la venta superflua”. (De la obra El Marketing de Servicios Profesionales, por Philip Kotler).
Por nuestra parte (HO) aportamos que por superflua se debe entender algo fácil, o sea el resultado de una planificación previa y bien estructurada.

Del pasado y el presente, de aquí y de puellá. 
 


Asistentes a la cena de gala del Gran Desfile Dominicano de El Bronx, NY, en el 2002. Desde la Izq., Alvin Brighwater, su esposa, Julia, el presidente del Desfile Dominicano de El Bronx, NY, Felipe Febles; el doctor Rafael Lantigua, Pedro de la Mota, nuestra persona y el empresario Agustín Martínez.







En un encuentro reciente de Acrorrte en Santo Domingo tuvimos la aportunidad de compartir con los destacados merengueros Jovanny Polanco y El Krispy.

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